
Es un hecho que existen actos violentos, no solo en nuestra región, si no en varios estados de la república mexicana, lamentablemente esto se agudizó y consternó a la ciudadanía el 12 de agosto con la quema de diversos vehículos de transporte público, particulares y de carga, un fin de semana que será recordado por muchos ya que paralizó la vida de los bajacalifornianos.
El Covid nos mantuvo en vilo restringiendo en cierta medida la actividad diaria a la que estábamos acostumbrados, pero esta ola de violencia sorprendió al grado que de forma voluntaria e inmediata la ciudadanía se resguardo en sus casas, vimos calles vacías, negocios cerrados, transporte público suspendido, hasta la Universidad Autónoma de Baja California preocupada por su alumnado ofreció albergue para los que no pudieron ir a sus casas, el miedo y la psicosis fue generalizada, el temor por lo que estaba pasando se evidenció de forma expedita.

Lo preocupante de estos actos delictivos son los cientos de víctimas que se generaron y que actualmente viven con miedo. La salud mental de una persona es primordial para tener una calidad de vida óptima, recordemos que los traumas y el estrés constante trae consecuencias de salud que tarde o temprano pasarán factura.
¿Qué consecuencias trae el estrés y miedo constante? Pues bien, pueden resultar ataques de ansiedad, depresión, dolores de cabeza hasta migrañas, insomnio, tensión y dolor muscular, presión arterial alta hasta ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares.

Ahora hablemos de las consecuencias que pueden sufrir las niñas y niños que experimentaron de primera mano esos actos violentos, los que estaban cerca y vieron la impunidad que se vivió ese día o se percataron del miedo en las caras de sus padres o seres queridos, no olvidemos que son personas en etapa de desarrollo y para una salud mental sana se deben sentir seguros y protegidos, requisitos indispensables para formar adultos funcionales, lamentablemente ese fin de semana violento no había lugar seguro para nadie, solo prevalecía la incertidumbre de qué más podría pasar.

Como padres podemos ayudar a nuestros hijos a pasar ese trago amargo fortaleciendo los lazos familiares, la pertenencia, la unión y el amor, la familia puede llevar a cabo actividades que fortalezcan la seguridad en ellos mismos, de igual forma las escuelas pueden aportar su granito de arena, ofreciendo talleres a su personal docente y administrativo para detectar menores con esta afectación y poder canalizarlos para recibir ayuda, también trabajar para crear un ambiente que transmita seguridad dentro del aula.
Ahora bien, generalizando, todos podemos crear ambientes seguros y fuera de conflictos, no solo en el hogar o las escuelas, por ejemplo, las empresas, las fábricas, pueden utilizar ciertas técnicas forenses y diversos filtros en conjunto con las pruebas psicométricas ya tradicionales que se utilizan en la etapa de reclutamiento y selección de personal, la importancia de un clima laboral sano trae productividad y desarrollo para la empresa.