Por Beatriz Aguilar Alejandrez, colaboradora de la Sociedad de Ciencias Forenses en Baja California
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Los delitos en la actualidad han superado cifras nunca antes vistas, siendo el delito de feminicidio la más cruda realidad de nuestros días, la violencia en contra de la mujer agudiza el sentimiento de nuestra ya maltrecha sociedad, el victimario apaga una vida, pero quedan unos hijos, padres, hermanos y familiares con secuelas emocionales que tratarán de superar, algunos lo lograrán, otros no.
Anteriormente se pensaba que la violencia de género se presentaba en zonas rurales, en familias de extracto humilde, pero no es así, en la actualidad este tipo de conductas se presentan también en zonas urbanas, este delito es todo acto de violencia sexista que tienen como resultado un daño físico, sexual o psíquico donde se incluyen amenazas, coerción o privación de la libertad, quedando en evidencia que hay una demostración de poder por parte del victimario.

En muchos de los feminicidios la conducta delictiva es llevada a cabo por la pareja de la víctima, recibiendo maltrato de su victimario, provocando la separación, pero este último persistirá e implorara el regreso con palabras de arrepentimiento, algunas víctimas accederán pensando que el ambiente asfixiante en el que vivían cambiara, pero lamentablemente el machismo surgirá después de una muy muy breve etapa de calma, otras no accederán intentando hacer un cambio en su vida, por lo que el victimario dará paso a las amenazadas e iniciara una etapa de acoso, lamentablemente en estos dos escenarios existe una alta probabilidad que se desencadene un hecho fatal.
En la mente del victimario la mujer debe seguir ciertas conductas sumisas ante la figura que él representa, en caso de no ser así, ella traspaso el límite permitido, su enojo crece y justificara sus acciones delictivas en contra de ella, el feminicidio es algo personal por lo que el victimario se ensañara con la victima causándole la muerte con sus propias manos, a través de la asfixia o apuñalamiento, dejando en su cuerpo lesiones o mutilaciones degradantes inferidas antes o después del deceso, por lo que resultara un trauma para los familiares conocer detalles del asesinato.

Algunos familiares de víctimas mencionan que difícilmente podrán quitar de su mente las imágenes de la violencia sufrida por su ser querido, su deseo por haber estado ahí para poder ayudarla, salvarla de ese sufrimiento, protegerla, pero ya no pueden hacer nada, ya es tarde, la tristeza y el dolor se transformaran en impotencia, ansiedad, depresión, baja autoestima, unos caen en adicciones, otros no saben cómo lidiar con el dolor y optan por el suicidio, el victimario no solo cobro una vida, si no que destruye la vida de los que la amaban.
Los allegados refieren problemas para conciliar el sueño, temor a dormir, insomnio, pesadillas, otros presentan problemas de conducta como repetición de patrones de agresión y problemas de salud, el apoyo psicológico es vital para lograr superar el duelo de una pérdida tan grande.