
Por
Agatha
En un México desafortunado, la mayor parte de la gente ofendida ya no denuncia ante la autoridad, se ha perdido esa cultura, solamente de dos a tres personas de cada diez lo hacen y el resto no, las razones son muchas pero destacan según la ENVIPE 2019 la incomodidad que representa trasladarse hasta la agencia del Ministerio Público, el miedo a la amenaza o también el miedo a la extorsión por parte de los funcionarios y la desconfianza en las instituciones.
Resulta elemental que quienes tienen el primer contacto con la víctima sean personas sensibles y muestren empatía, comprensión pero sobre todo voluntad para resolver el problema del ciudadano.
Cuando finalmente se logra llegar a la barandilla y una vez formulada la denuncia, los ofendidos quedan a la espera de la clasificación del delito en base al monto de lo robado y se envía a la UTMC (Unidad Tramitadora Masiva de Casos) donde es posible no tenga resultados favorables o se canaliza a la agencia especializada en delitos de robos para que inicie su carpeta de investigación dentro de miles que se registran cada mes.
Sin embargo, en todo este contexto, cuál es la participación de los peritos?
Resulta interesante conocer a qué se enfrentan las y los que realizan el trabajo científico de la investigación cuando acuden a campo o, atienden la intervención relacionada con un robo.
Las respuestas más comunes son:
1.-Las personas ya movieron los objetos y su posición final fue modificada, recogieron, repararon el lugar, esto lógicamente se da porque la solicitud llega a los servicios periciales cinco días después de haber interpuesto la denuncia.
2.- En la mayoría de los casos los ofendidos comentan que la misma Policía Municipal como primer respondiente les dijo que no era necesario acudir a denunciar, que ellos tienen la capacidad para generar la pre denuncia pero esto no sucede y los ofendidos son engañados y se desilusionan con el trabajo policial.
3.- «Periciales nunca encuentra nada!!! » eso les comenta la Policía Municipal al ofendido y lógicamente a los ofendidos lo que más les interesa es salvaguardar lo poco que les dejaron, por ello reparan lo dañado y limpian el desorden que les dejaron.
En este sentido cualquiera que sea la opción de las tres anteriores es un mal mensaje que brindan las instituciones encargadas de la seguridad y justicia para los ofendidos, a pesar de lo anterior les reafirman que su caso no prosperará debido a que la investigación no inicia con un procesamiento adecuado de la escena ni tampoco existe una cultura de promover la intervención pericial.
De la misma manera son los mismos funcionarios quienes desalientan a las víctimas de delitos de presentar la denuncia y en consecuencia aquella idealización de procuración y administración de justicia se desvanece para el ofendido.
Los resultados de las encuestas de INEGI repiten una y otra vez resultados similares, las personas no denuncian y el porcentaje de la cifra negra está por encima del 98%.
Valdría la pena que en las opciones de respuesta de la ENVIPE agregará la credibilidad en el trabajo pericial o la desconfianza también en ellos.
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