
Hace algunos días conversando con una experimentada criminalista con quien tuvimos la oportunidad de trabajar juntos y compartir los logros en el resultado de algunas investigaciones forenses, nos externaba su preocupación por la ausencia de un adecuado valor al trabajo del criminalista.
Sobre una mesa de cristal y un par de tazas de café conversábamos y platicaba que días atrás, habían arribado a la unidad de investigación sin detenido- en una de las agencias del Ministerio Publico-, un grupo de estudiantes de la carrera de criminología.
La intención de los universitarios era realizar una entrevista con algún perito -según comentaron- como parte de una tarea.

El grupo era muy grande y numeroso, las instalaciones sumamente pequeñas y reducidas por lo que se les pidió ingresaran solo dos representantes del grupo y, en pocos minutos de dialogo entre ellos, escogieron a dos de sus compañeras que los representarían.
Una vez en las instalaciones, las dos jóvenes universitarias registradas de acuerdo a los protocolos de seguridad, se sentaron cómodamente frente al escritorio para iniciar con la entrevista con la perito en presencia del auxiliar administrativo.
“Las chicas traían entre sus manos una hoja con algunos cuestionamientos por lo que pude apreciar”, externo la criminalista.
Previo a las preguntas que formularían las universitarias, la experta les preguntó ¿ustedes estudian la carrera de criminología cierto? Ambas asintieron.
“Déjenme hacerles una pregunta para generar un ambiente de confianza previa a la entrevista, les parece? Respondieron afirmativamente con una sonrisa.
“Me podrían decir cuál es la diferencia entre un criminalista y un criminólogo? y respondió la universitaria “Si!…el criminalista es el que levanta la evidencia y pone los conitos”.

Como balde con hielo cayó en la cabeza de la especialista con más de quince años de trayectoria aquella respuesta de la estudiante de criminología.
La criminalista con quien conversaba y quien dejo de beber por un momento aquella taza de café -por cierto muy cargado como le gusta tomarlo- dijo: “Que razón tienes en expresar la urgencia de fortalecer el quehacer profesional de un criminalista. He meditado mucho desde aquella experiencia con las jóvenes universitarias».
“Que nos hace falta a los criminalistas para ser reconocidos en nuestro trabajo? ¿Por qué somos ignorados? ¿Por qué nuestro trabajo no es valorado? ¿Realmente las personas sabrán lo delicado, importante, fundamental que es nuestro trabajo en una investigación? En un juicio?” exclamo con gran preocupación.
“Hace falta mucha gente con ese pensamiento positivo. Debemos de hacer valer el trabajo del perito en criminalística o cualquier otra especialidad».
«Desafortunadamente, en mucho influyen la proliferación de escuelas que ofrecen la carrera de criminalística, sin ninguna supervisión o certificación de sus planes de estudio y en el peor de los casos sin validez oficial” expreso aquella especialista que enfrento muchas adversidades a lo largo de su trayectoria laboral y profesional.

“La ignorancia de muchos y muchas así como la arrogancia o soberbia de otros, también ha contribuido en un alto porcentaje en demeritar el valor del perito “empírico”, el de la vieja escuela, el que se hizo perito, experto o especialista en base a pocos recursos, tropiezos, caídas, dolores de cabeza, lagrimas e infinidad de desveladas”.
“Aquellos personajes y maestros que nos exigían e inculcaban disciplina, profesionalismo y ética, hoy para muchos son considerados obsoletos” puntualizó.
Al escucharla y ver su rostro de gran preocupación, frustración y, un tanto molesta, le dije:
«Un criminalista aplica métodos y técnicas de investigación, sus principios fundamentales versan en la ciencia y no en la especulación del trabajo o las apreciaciones subjetivas u opiniones simples o tontas de cualquier inexperto o improvisado profesor, alumno o funcionario «.
Acaso los más ilustres y distinguidos criminalistas que surgieron a partir de 1847 se han convertido en nada? Sus obras no trascendieron?

Lo cierto es que, la criminalística ha tenido una evolución muy significativa y los vertiginosos cambios al sistema de justicia penal obligan a quienes se dedican al campo forense, estudien, se preparen, se actualicen, certifiquen pero sobre todo, acrediten su pericia, su labor y su preparación. Nuestra responsabilidad es salir a demostrar cuan valioso es el trabajo y preparación de un criminalista, su entrega, dedicación y pasión.
No importa si hoy lo clasifican como empírico, científico o académico, de campo o de gabinete, lo importante es crear una sinergia y mientras esto no suceda, los criminalistas y criminologos estarán condenados a vivir en la obscuridad sin trascender mas allá de aquel dictamen que firman y llenándose de falsos espejismos.
Un comentario en “Memorias de un Criminalista: El valor del perito en la actualidad.”