TIJUANA B.C. Cada día que transcurre en nuestras vidas, la sociedad refeja su grave descomposición social conforme avanza el tiempo. Hechos tan reprobables no dejan de soprendernos, como el abuso y maltrato infantil generado por la propia violencia familiar.
Sin duda, el abuso y violencia contra las niñas y niños ha dejado de ser una problematica de seguridad publica y tal perce se ha convertido en una enfermedad que a taca a un gran numero de personas adultas en un mismo lugar y las convierte en animales en un mismo periodo.
Resulta preocupante el numero de mortalidad en niños y niñas por los malos tratos y cuidados de los propios padres, tutores o familiares cercanos.
El antecedente en algunos de los casos difundidos a traves de los medios de comunicación, hablan de un grave trastorno de conducta violenta en quienes deberían de ser los protectores ademas del enorme consumo de alguna tipo de sustancia o enervante por alguno de ellos.
Cualquier acción que vaya en contra de un sano desarrollo de los infantes, es maltrato, sin embargo lo que hemos observado como una situación ordinaria o cotidiana, es el abuso físico, golpes y quemaduras en niñas, niños y adolescentes lesionados por sus propios padres o padrastros.
Se trata de una grave descomposición social reflejada a través de esa conducta tan reprobable que debiera ser castigada con toda severidad y permanencer en la agenda publica de los gobernates como un tema medular. Las agresiones físicas hacia los menores son un proceso que transcurre una linea de tiempo conformado en tapas donde existe un maltrato emocional o psicológico a través de amenazas, insultos, que van formando parte del cuadro de violencia y cuyo nivel se incrementa hasta llegar al abuso sexual, violación y en algunos casos la muerte.
Otro factor que se observa en este tipo de agresiones y abusos, son patrones de conducta muy parecidos o semejantes, madres y/o padres ausentes, familias disfuncionales, reintegración de la familia agregando un nuevo miembro, regularmente la nueva pareja de la madre o del padre, ademas de considerar otros factores como bajo nivel económico, baja escolaridad de los padres, embarazos no deseados, falta de oportunidades, repetición de un mismo estilo parental, es decir haber vivido maltrato en la infancia y consumo de alcohol o drogas.
Sin duda alguna, la violencia tiene un origen multifactorial y, para poder darle solución hay que entender sus raíces con una visión integral.
No existe una fórmula mágica para disminuir o erradicar la práctica de los malos tratos a los menores, pero la mejor manera de hacerlo sin duda es la prevención, por ello se debe concientizar a la sociedad sobre la consecuencia de los actos de omisión y cuidado ademas de la violencia social y la responsabilidad de esta.
El Estado debe brindar protección y salvaguardar los derechos de los menores desde la etapa gestacional hasta su crecimiento y garantizar mayores sanciones a quienes transgredan e incurren en estas conductas violentas y delictivas que afectan la integridad física y psicológica de los niños y niñas.
Urge erradicar la violencia y maltrato contra menores.
Ha sido muy común que ante un caso de maltrato infantil surgen los comentarios de personas cercanas al o los menores que si habían podido detectar algunos indicios y que creían que posiblemente algo sucedía pero no se atrevieron a indagar.
La historia suele ser la misma, no querían atender problemas que no fueran suyos, pero tristemente toda muerte de un menor por causa de maltrato pudo ser evitada si fuéramos sensibles al problema y mas aun, somos responsables todos.
La familia, abuelos, tíos, maestras o cuidadoras, enfermeras, médicos, vecinos, estamos en contacto directo con los niños y niñas, debemos estar al pendiente de cualquier alteración que exista en el comportamiento del menor. Detectar cambios conductuales tales como, timidez, un poco retraído, miedos, perdida de interés por actividades que antes disfrutaba, agresividad, pérdida del apetito, llanto, falta a la escuela o guardería con frecuencia, entre otros indicadores.
También puede considerarse como alertas o avisos el presentar encopresis y eneuresis (hacerse pipí o popo cuando ya había control) chuparse el dedo, golpear a otros niños. Sus cambios físicos, mirada triste o caída, marcas en el cuerpo golpes o moretes, delgadez, palidez, en algunos casos la o el menor se ven descuidados, es decir con falta de higiene, ropa desaliñada, mal olor, se ve enfermo o enferma.
Todos estos son indicios o manifestaciones de algo que debe atenderse, es importante que si sospechamos o detectamos en repetidas ocasiones algunos de los factores anteriores demos aviso a las autoridades correspondientes a través de una llamada anónima al 089 para que se realice la investigación correspondiente y se proteja a la o el menor que pudieran estar viviendo situación de violencia.
La protección a los niñas y niños es una tarea y un compromiso de todos.
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